UNIÓN VASCA
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Muchas veces escuchamos las historias de la existencia de un ¨matriarcado vasco¨. Hipótesis que relacionan la vida y carácter de la mujer vasca con la cultura milenaria. El filósofo Andrés Ortiz Osés sostuvo que el arquetipo de la gran madre vasca Mari, instauró un rol protagónico de la mujer como figura de poder que se diferencia del resto de los países de Europa. Investigadores como Teresa del Valle que han dedicado su carrera al estudio de la mujer vasca desmienten esta creencia arraigada en la cultura popular. Dentro de la antropología, afirma Del Valle, se nota la ausencia de estudios que se refieran específicamente a la participación de la mujer en la sociedad y cultura vasca. Sin embargo, en los que existen, se recalca la importancia de la mujer, e incluso, en algunos de ellos, se hace referencia a una posición de igualdad respecto al hombre. Se llega a afirmar que, comparando las mujeres vascas con las de otras sociedades agrícolas de Europa, se advierte que las primeras tienen una posición más prestigiosa en la comunidad. La antropologa sostiene que muchas de las características que se resaltan de la mujer de Euskal Herria en estas interpretaciones se relacionan con la primacía de los estudios de la cultura rural sobre otros aspectos de la historia vasca. Por esa razón, las hipótesis de la existencia de un matriarcado realzan la importancia de la mujer dentro de la unidad socio-económica del caserío; su participación en los ritos de paso, especialmente en los de la muerte. Otras corrientes aluden la supremacía de las mujeres vascas a las interpretaciones de la importancia de los personajes femeninos en la mitología. Algunos de los autores más conocidos son Barandiaran y, más tarde, el filósofo Andres Ortiza de Oses, quien llega hasta afirmar, basándose principalmente en el análisis de la mitología, la existencia «de una estructura matriarcal vasca», que se encuentra en conflicto con influencias posteriores de tipo patriarcal racionalista e individualista. La investigadora guipuzcoana sostiene que desde una visión general de la antropología vasca se constata que a la mujer ha sido interpretada principalmente a través de la mitología, de las prácticas de brujería, en su rol de madre y principalmente dentro del marco de la cultura agrícola y resalta la necesidad de relevar otros ámbitos como la costa o la ciudad, cuestionar la constante asociación de la mujer con la esfera privada, e investigar sus posibles aportaciones a la esfera pública o las causas de su ausencia. Dentro del caserío la mujer tuvo y sigue teniendo una participación bastante igualitaria en el trabajo aportando directamente a la economía doméstica a través de la venta de los productos (huevos, hortalizas, fruta) y ejerciendo cierto poder decisorio en lo referente a la socialización de los hijos, y en asuntos que el hombre llevaba a la esfera pública. Pero esto no es suficiente para afirmar que la mujer vasca tiene una posición predominante en la sociedad rural, y menos, el utilizar estos datos para hacerlos extensivos a otros ámbitos y generalizar sobre la mujer de Euskal Herria. Del Valle afirma que no basta enumerar todos los aspectos de la vida en los que la mujer participa, o las veces que ésta aparece como protagonista en relatos mitológicos, sino que es preciso ver todo esto en un contexto mucho más amplio.
Esto se refiere, por ejemplo, al ejercicio de los derechos y obligaciones de los dos sexos y también a la valoración social que estas obligaciones y derechos tienen en la sociedad vasca, siendo un buen punto de referencia lo que éstas representan de poder decisorio y en las esferas donde se ejerzan. Es así, donde se espera analizar las causas y manifestaciones de la discrepancia que constatamos muchas mujeres entre la idealización del poder femenino en la sociedad y cultura vasca, y la vivencia diaria de movernos dentro de esquemas de poder masculino; la sujeción a roles establecidos tradicionalmente; el acceso limitado a la esfera pública y el desequilibrio de oportunidades laborales, por citar algunas manifestaciones de esta discrepancia. ¨Investigamos la realidad de las mujeres en aquel momento en la costa, en el medio urbano y en el medio rural. Hablar de matriarcado nos llevaba a hablar de la capacidad decisoria de la mujer, de poder, y compararlo con el de los hombres, también en los ámbitos donde se llevaban a cabo esas decisiones. Y vimos que el matriarcado vasco se refería a una ideología acerca de un poder que no se correspondía con el real de las mujeres en aquellos momentos, y también con lo que las mujeres iban descubriendo como poder, que era incidir también más allá del ámbito doméstico.¨ afirmó Del Valle. Al reflexionar sobre las relaciones de género de hoy entre vascos y vascas la investigadora sostuvo ¨En la actualidad todavía domina una separación de lo que pertenece a la mujer y lo que pertenece al hombre, aunque los cambios están presentes. Yo diría que todavía es una sociedad en la que los espacios físicos están muy marcados; también muchas actividades y formas de expresión. Por ejemplo, el mundo de la expresión emocional está mucho más vinculado a la mujer. Todavía nos sentimos orgullosos de que el vasco apenas exprese sus emociones. Eso forma parte de esa diferenciación.¨ Derribar mitos ayuda a construir relaciones que busquen modificar la realidad a fin de construir una sociedad mejor. Pretendemos abandonar los ideales ficticios por valores que promuevan la igualdad entre los seres humanos, el respeto por las necesidades de las personas y la equidad.
1 Comment
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10/10/2022 02:12:13 am
Buenos días señor / señora,
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August 2020
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